Cuenta la leyenda que el dicho popular “hay noche pa rato” procede de aquellas primeras zambombas jerezanas del siglo XVIII, cuando se reunían los vecinos de los corrales y gañanías del barrio de Santiago, Cruz Vieja o el de San Miguel en el ocaso de las vísperas de la Nochebuena y, acompañados por zambombas, guitarras y panderetas; unos buenos guisos en la candela, dulces caseros y vinos para templar el frío y la garganta, celebraban su particularísima Navidad durante toda la madrugada bailando, comiendo, cantando y bebiendo. “Hay noche pa rato” o, lo que es lo mismo, tenemos todo lo que tenemos que tener para una buena juerga: amigos, flamenco y el estómago contento. Trescientos años después seguimos teniendo idéntico concepto de la diversión y la celebración y la Zambomba jerezana continúa siendo la noche más cálida y alegre de la Navidad.
Alfonso Catering propone dos espacios singulares donde recibir la Navidad a ritmo de zambomba en Jerez, “El Bosque” o “El Museo Taurino”, donde, sin coste de alquiler, se ofrece el menú más propio de esta singular fiesta y la decoración más tradicional para que el único objetivo del comensal sea disfrutar de la noche más flamenca.
Todo el mundo guisa, todos los vecinos cantan y bailan, anarquía y alborozo a partes iguales al ritmo ronco de la zambomba y el cuchillo rascando la botella de anís, y esos villancicos a ritmo de bulería, porque en Jerez se reinventa cada Navidad ese palo nuevo: cualquier ritmo es posible de ser reconvertido en flamenco en las gargantas de los mejores cantaores. El protocolo es democrático y participativo jolgorio y el muy andaluz “cucharón y paso atrás”.
Según manda esta tradición no escrita, el menú en la Zambomba jerezana, se compone de guisos propios de la estación y de esta zona, como la sopa de tomate, el ajo caliente, los alcauciles con papas, la cola de toro, la carrillada al oloroso, las espinacas con garbanzos, o las papas con chocos. Un variado para que el cuerpo entre en caja y combatir los fríos invernales, ya que lo peculiar era celebrar esta fiesta en la calle. Y de postre: la proverbial poleá y los pestiños, además de los dulces propios de la fecha.